La vida diaria se basa en las matemáticas, el universo tiene su equilibrio en la exactitud con que se da todo en el espacio y los seres humanos podemos comprender lo que nos rodea gracias a sencillos cálculos que nuestra mente realiza.
Todo lo sumamos o lo restamos. Hasta lo más insignificante: debemos calcular cuánta crema dental colocar en el cepillo de dientes. Nuestra vida cotidiana requiere un cálculo. Las bases de esta habilidad se adquieren en los principios matemáticos que imparte laeducación formal. Pero, ¿qué es lo que sucede que le tenemos tanto terror a esta disciplina? ¿Por qué la mayoría de las personas encontramos tanta dificultad a la hora de aprenderlas?
Los métodos para aprender las matemáticas varían según la edad del alumno, pero se aprenden desde que nacemos. Ciertas recomendaciones pueden ayudarnos a comprender más esta asignatura:
– Eliminemos de nuestra mente el mensaje de que son imposibles para nosotros.
– Comencemos desde la base que son las cuatro operaciones básicas: sumar, restar, multiplicar y dividir. Poco a poco, vayamos añadiendo complejidad.
– Relacionemos los conceptos con la vida diaria. En el caso de los niños, hay infinidad de juegos y ejercicios para desarrollar la habilidad matemática.
– Visualicemos sus beneficios: nos explican la vida diaria, nos permiten comprender la razón de las cosas, están presentes en numerosos oficios y profesiones, agilizan los procesos de pensamiento y favorecen las funciones cerebrales al activar zonas de pensamiento complejo.
– Son divertidas, entretenidas y dinámicas. Podemos aprender a disfrutarlas. Todo ello, aumenta nuestra autoestima y nos da sensación de control y superación personal.
Es así como la inteligencia lógico-matemática se expresa en las personas que la desarrollan e incentivan en su forma de tomar decisiones, de solucionar problemas, de hacer cálculos y en su pensamiento numérico.
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